CaoscopiaPor Mar Benegas
Yaiza Martínez
ISBN: 978-84-15398-48-6
Colección ONCE de Amargord Ediciones
El ser, El no-ser, Voz del amor, En el lenguaje, El Ser, El no-ser, Voz del amor, En el lenguaje, El ser, El no-ser, Voz del amor, En el lenguaje. Estas son las partes de Caoscopia, reiterativas y rítmicas, podríamos llegar a la certeza de que estas partes se conforman como un insistente goteo, antes incluso de que la poeta nos explique, al final del libro, de dónde viene el término “caoscopia” y la luz que ofrece esta fórmula para ordenar el aparente caos.
Con esta curva semántica vuelve, de nuevo, la poeta a su inmersión arquetípica en el lenguaje. Un escalón nuevo que inició con su anterior libro, Siete los perros del cielo, en un descenso a las raíces mismas de su cosmología: el lenguaje como organismo vivo y vivificante que atesora todos los símbolos de la consciencia.
No es posible leer Caoscopia desde la razón, tendrá el lector que olvidarse de mantener una relación vertical con el texto, de una lectura lineal en la que prime la fórmula de ordenación natural entre las letras y su interpretación, y dejarse llevar por la simbología matricial del ritmo interno del libro.
Un tam-tam, un gota a gota, un canto, una repetición… lo circular que tiende al infinito, de la misma manera que la disposición de los diferentes capítulos del libro. También el resultado de esta búsqueda que se inicia en el primer poema, y en cualquier intento de acercarse al caos, para darle un orden geométrico: una imagen que lo atrape. Encontramos el ocho tumbado, el número indecible en varios poemas del libro:
La pronunciación se dispara, luego dijo: es un orden en el Caos desnudo, esto es el número indecible… Y se mesa, se mece, y vuelta al canto.
Canto que bascula entre el Eros y el Tánatos, lo que se aferra y lo que se desprende, la tierra y el cielo, pues la poeta dispone las palabras y las deja caer. Da nombre sin olvidar el núcleo, la raíz: todo lo que nace muere, y todo lo que vive ama:
De esta forma, lo inerte -por el amor dispuesto en el lenguaje- cobra sustancia arcana y respira.
Los que conozcan el anterior libro de la poeta, Siete los perros del cielo, verán que, conocedora de esta realidad, también la voz poética vuelve, se aferra y se desprende. De nuevo estamos ante un poemario fractal, donde cada cita u anotación (el libro está lleno de ellas) lo hace crecer en su circular geometría.
Caoscopia es la consciencia de la inconsciencia, en él afloran y se imprimen en cada imagen, en cada verso, atravesado por las Matrioskas, las diosas hindúes, los mitos, los héroes, afloran, como decía, los arquetipos colectivos que subyacen tras el lenguaje como herramienta de búsqueda y crecimiento.
La individuación que trasciende lo personal y se posa en el pasado y en lo colectivo, el camino crece como un gota a gota constante, desde ahí, sabemos que es imposible tejer un futuro más amable sin tomar conciencia de lo que es el lenguaje, de nuestro pasado, del otro. Igual que la curva suave que forma el caos de un grifo mal cerrado, habremos de nombrar y cantar los arcanos de nuestra oscuridad para hacer sonar un nuevo mantra: de las antepasadas cultiva el menstruo/ en el surco de los cantos/ ¡venas, ven, venid!
Dos poemas de Caoscopia
YAIZA MARTÍNEZ
en muchas direcciones, corazón, amo
– no me culpes por no llevarte a pastar por donde no pude:
veo la sombra aún respiro abajo lo presente sólo fue una opción
larvada (25). Lo demás,
no lo conocí
(25) Todo está por fuera pero se entiende en el cogollo orgánico, cuando la vida
cuece: las formas devienen siempre en la era del frío. Entretanto, en los
bordes se deposita todo lo posible, y por el deseo cristaliza lo no más verdadero
estable (26).
(26) Pirita, estambre, espuma… hasta el ocho tumbado – el resto de las
cosas, sombra inexistente, hace de
igual forma este camino. Atiende: abre las venas de los mundos (27)
(27) Puebla los pantanos de tifáceas transparentes
ayer vino la luz,
flota en el pentagrama del árbol
con cinco lenguas ocultas por la labor
avariciosa
el texto del mundo
reza (61)
será llano el camino
(61) Escucha la música y sostiene entre los brazos acequias circulares, brillantes,
de ojos infantiles. Desde el dirigible, percibe la orografía sonora:
todo parece liso, las dificultades se erizan como simples manchas. Pies de
barro, tobillos alados, naturaleza arbórea: con peana en la tierra, no aleja la
luz (62)
(62) Bajo ella, las formas reiteradas son posibilidad y mandamiento. La alfombra
de la realidad (63) que tanto ensancha como condena: fila de dientes
para alimentación, butacas para asistencia, muros escritos hasta el ocho
tumbado, con idénticos versos triangulares
(63) Vertamos en el interior lo que no existe transparente,
para amar a fondo lo poseído
De: Caoscopia, Ediciones Amargord, Colección Once, 2012.