HISTORIA FANTÁSTICA Y DE ESPANTOS:
“STEPHEN HAWKING”
Carmen se tragó el agua del río y se hundió en él desesperada
asfixiándose; cuando su esposo tocó la ribera y volteó para buscarla, se llenó
de espanto; Carmen ya no estaba por ninguna parte:”¡Carmen, Carmen! ¡¿Dónde
estás?!” gritó, pero ella ya no podía contestarle;
Esteban, el esposo de Carmen, se metió de nuevo dentro de la corriente del Bravo para ver si la encontraba, pero un
remolino lúgubre había atrapado el alma de Carmen; como si le hubieran pasado
una película de su vida, Carmen recorrió en un instante los momentos cruciales
de su historia con su familia; vio las imágenes de sus padres y de sus hermanos, y murió;
pero de pronto, hundida en el río, tuvo
sensaciones; sintió que alguien la jalaba del brazo; era su antiguo patrón de cuando trabajaba limpiando casas en los Estados Unidos; el
connotado científico Stephen Hawking; Carmen sabía que él ya había muerto; un
mes antes apareció en la prensa que él había fallecido; parecía que desde el
más allá la salvaba; pero no, lo que pasaba realmente, era que él la llevaba
a un universo desconocido de múltiples
colores; a un lugar fantástico e increíble;
ahora Carmen lo podía ver como siempre, sentado en su silla de ruedas,
como en su casa de Los Ángeles, California; pero sólo que él ya no estaba en este mundo, ahora moraba en
un cosmos fantástico de colores infinitos; ni él que poseía una mente
maravillosa, se había podido imaginar el mundo en el que ahora vivía; agarraba
las luces de colores de los cielos, y las mezclaba con las manos, produciendo
matices extraordinarios; Carmen podía percibir el entusiasmo del físico, y ella
misma se solazaba de contemplar los estupendos colores; eran colores nunca
vistos por ojos humanos; eran como gemas y topacios; era un espacio portentoso
este mundo; ahí se sentía una felicidad majestuosa, sin tiempo; había paz y
tranquilidad; era la contemplación de lo
bello; Stephen Hawking se veía feliz y
entusiasta; pero a Carmen algo le faltaba; sentía una preocupación; se acordaba
de Jashive, la pequeña niña de 10 años, hija de su amiga Lourdes; la niña había
muerto un año atrás atropellada por un auto; Carmen estaba en Estados Unidos
cuando sucedió el accidente; y cuando volvió a Culiacán, no fue a darle el pésame
a Lourdes, la mamá de Jashive; Jashive y su familia vivían en Villa Juárez, un
pueblo muy pobre, pero donde la gente es muy buena y amable; Carmen siempre que
iba a visitar a Lourdes se sentía muy bien recibida, y Jashive siempre le
cortaba frutos de todos los árboles de su casa para que se los llevara a su
esposo a Culiacán; aunque el accidente
ocurrió cuando Carmen estaba en los Estados Unidos, sí se enteró; pero cuando
regresó a Culiacán por unos meses, no fue a animar y a darle el pésame a la
mamá de Jashive, aunque quería hacerlo; entonces ahí, en el nuevo cosmos en que
ahora habitaba, le brotó un sentimiento de tristeza, y de pronto se apareció en
la puerta de la casa de Villa Juárez; tocó, y cuando la vio Lourdes, la abrazó
con enorme gusto; le sirvió café y un desayuno de tamales de puerco; Carmen
tenía el rostro lleno de vida y se veía muy feliz; pues había regresado a darle
el pésame a su amiga; su amiga le dijo
que se le veía un brillo muy especial en su tez; Carmen no le contestó nada,
pero sabía que era porque había estado en el mundo de maravillosos colores; y
al lado del magnífico científico Stephen Hawking, quien siempre la había
querido mucho; Carmen le dio el pésame y después de platicar un rato, se sentó
en la puerta a ver el patio lleno de árboles frutales de la casa de Villa Juárez; todo esto mientras
Lourdes lavaba las tazas y los platos del desayuno; en eso estaba, cuando de
pronto se apareció junto al árbol de aguacates, Jashive; estaba vestida con un
short azul y un blusa amarilla; Carmen la contempló maravillada y Jashive le
hizo un seña de adiós con la mano; Carmen le contestó de manera idéntica, y
Jashive desapareció de forma fantasmal; cuando terminó de lavar los trastes
Lourdes, y fue para donde estaba Carmen, ésta le contó lo que había visto; y
Lourdes le creyó, porque Carmen le describió los colores de la ropa que llevaba
puesta la niña; Carmen no podía saber qué
llevaba puesto Jashive cuando le ocurrió el accidente; así que Lourdes
le creyó a su amiga; Carmen se despidió tranquila y en paz de esa familia;
después, como transportada en el tiempo,
llegó a la orilla del Bravo y encontró a su esposo sentado en la arena; él no la podía ver, pero sintió su
presencia; se alegró de que Carmen viniera a despedirse de él, pues ya sabía
que había muerto en el río; con un resplandor y colores de arcoíris que dejó
como estela, Carmen regresó al lado de su antiguo jefe, Stephen Hawking; al
universo de fantásticos colores nunca vistos por otros seres humanos.
Cuento escrito por Claudia Isabel Quiñónez
Culiacán, Sinaloa
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