LA CASA DE LOS ESPEJOS
Es tétrica y lúgubre la casa de los espejos
cuando los espejos son buitres de luz
y vértigos del inconsciente
¿Quién es capaz de entrar ahí
y retroceder
y verse así mismo
entre la tapa del baúl
y los recuerdos que no quieren nombrarse?
Tal vez el mundo es así
Y siempre el fango
y nunca nadie
La mentira, la mayoría de las veces, es más fuerte
Domina sorda y tenaz con su ciega intransigencia
Pero hay otros espejos en la casa de los espejos
Son los espejos del hacha
Los espejos que tienen la mano alzada
bien dispuesta para el golpeteo
Son los espejos-señores feudales autoritarios
Los que dicen poseer toda la luz de los buenos reflejos
¡Ay, estos se creen tan dueños de la verdad!
Con ellos, ningún atisbo de cambio
de autoconocimiento, de ética médica
Pero el dolor
El grito
El suicidio
La ira
Ciertos indicios de locura
En fin: Mi cuerpo muerto sobre mi cuerpo muerto
Mi fracasada querencia, conforman una pila de cadáveres
¿Es posible llegar a los hermosos campos de fresas
en el juego de la casa de los espejos?
Los pasos son torpes y el camino es largo
La mierda, por su parte, en algunas ocasiones es abono
de la tierra en donde crecerán las hierbas para dar
de comer al ganado
En ella, las manadas de reses
-Las corrientes de la psicología y la psiquiatría
falsas y poco científicas –
apoyan su leitmotiv
Y entonces: “El medio no importa”
Pero sí debería
Hasta para alcanzar el jardín de la salud olímpica
Sin embargo, verme; verme en un espejo
Quizá vaciar un poco el polvo muerto
Deshacerme de mis tumbas
Y resucitar
Resucitar entre los ladridos de los perros del espejo
Entre el fango de los adoquines
De la suciedad del absurdo que muerde mis pies desnudos
¡Verme, verme en el en espejo!
¿Cómo hacerlo?
No tengo idea, pero lo intento
Día tras día
Bajo la luz de mi esperanza
Con el resplandor de una lámpara
Con el sol verdadero
Con mis pasos torpes
Y no me humillo al hacerlo
Como tampoco al escribir mis sueños, mis sentimientos
Mis miedos, mis alegrías, mis poemas
O al tener sueños de cambio y de justicia
Porque es cierto, es de lo más difícil atreverse a
entrar en la casa de los espejos
Verse en los claroscuros
Entre los recovecos
Entre los retorcidos rostros del bien y el mal
Del trauma y el pecado
Y luego decir y admitir:: “No soy como he dicho”
Claudia Isabel Quiñónez
13 de octubre del 2011
Culiacán, Sinaloa
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