LA BALA PERDIDA
Un sol sin sesos en el muelle de un crimen
nieva los caminos sin viento y siente extraño el frío
Texto de Claudia Isabel
Junio 2009
SHERLOCK HOLMES EN ALGÚN LUGAR DE MÉXICO
Sherlock Holmes dobló su rostro y lo guardó en el bolsillo del pantalón
Y la pradera fue roja aquella tarde en aquella ciudad en aquel siglo
Sherlock Holmes en el corazón de Sherlock Holmes
Sherlock Holmes miró pasar un carruaje con cadáveres aquella tarde en aquella ciudad en aquel siglo
Y de nuevo dobló su rostro y lo guardó en el bolsillo del pantalón
Sherlock Holmes, de reojo, observó al conductor del carruaje, y vio que transpiraba cuerpos en la avenida principal
Sherlock Holmes presintió a Sherlock Holmes, y el alma de Sherlock Holmes vislumbró un horrendo crimen
Sherlock Holmes, decidido, sacó su rostro del bolsillo y desdoblándolo
lo empujó a seguir las huellas de los pasos lógicos del criminal
Sherlock Holmes en el corazón de Sherlock Holmes, en aquella ciudad en aquel siglo
Pero en aquella ciudad, de aquel siglo, los asesinos no creen en Sherlock Holmes
Por eso se pasean, con su carruaje de cadáveres, por la avenida principal
Donde, por cierto, se encuentra el edificio de la Procuraduría de Justicia
Texto de Claudia Isabel
Junio 2009
Un sol sin sesos en el muelle de un crimen
nieva los caminos sin viento y siente extraño el frío
Texto de Claudia Isabel
Junio 2009
SHERLOCK HOLMES EN ALGÚN LUGAR DE MÉXICO
Sherlock Holmes dobló su rostro y lo guardó en el bolsillo del pantalón
Y la pradera fue roja aquella tarde en aquella ciudad en aquel siglo
Sherlock Holmes en el corazón de Sherlock Holmes
Sherlock Holmes miró pasar un carruaje con cadáveres aquella tarde en aquella ciudad en aquel siglo
Y de nuevo dobló su rostro y lo guardó en el bolsillo del pantalón
Sherlock Holmes, de reojo, observó al conductor del carruaje, y vio que transpiraba cuerpos en la avenida principal
Sherlock Holmes presintió a Sherlock Holmes, y el alma de Sherlock Holmes vislumbró un horrendo crimen
Sherlock Holmes, decidido, sacó su rostro del bolsillo y desdoblándolo
lo empujó a seguir las huellas de los pasos lógicos del criminal
Sherlock Holmes en el corazón de Sherlock Holmes, en aquella ciudad en aquel siglo
Pero en aquella ciudad, de aquel siglo, los asesinos no creen en Sherlock Holmes
Por eso se pasean, con su carruaje de cadáveres, por la avenida principal
Donde, por cierto, se encuentra el edificio de la Procuraduría de Justicia
Texto de Claudia Isabel
Junio 2009
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