EXTRATERRESTRES EN TEACAPÁN
Los planos rojinegros reptan al vaivén del aerostato. El esferoide, vehículo de almas extranjeras, flota a punto de llegar a Teacapán. Los dibujos intergalácticos huyen de bacterias que han imposibilitado la vida en su planeta. Pronto los habitantes de Teacapán se dan cuenta de que ha llegado un globo. "Nada" viaja en el aerostato, pero pasados apenas unos días, los niños comienzan a contar historias de fantasmas: Tortugas de agua, serpientes de vértigo, un no sé qué que desaparece. Cientos de manchas horribles se apoderan después de las paredes de las casas. La gente intenta limpiarlas sin remedio. Empieza a tirar habitaciones completas, y a construirlas de nuevo; los planos extraterrestres bosquejan incesantemente en las paredes, un mundo horrible y desconocido. Pronto Teacapán está insomne. Los lugareños se pasean noctámbulos; como necias yedras monstruosas se desparraman las manchas por la paredes del pueblo. En unos cuantos días empieza a morir de insomnio la gente de Teacapán. Ahora el negocio de las funerarias ha desplazado al de las constructoras. A los tres meses ya no queda ningún ser humano. Los planos reptan, se deslizan por la arena del pueblo; se apoderan del espacio como sombras de reptiles de otro mundo.
Texto de Claudia Isabel
Agosto 2009
Los planos rojinegros reptan al vaivén del aerostato. El esferoide, vehículo de almas extranjeras, flota a punto de llegar a Teacapán. Los dibujos intergalácticos huyen de bacterias que han imposibilitado la vida en su planeta. Pronto los habitantes de Teacapán se dan cuenta de que ha llegado un globo. "Nada" viaja en el aerostato, pero pasados apenas unos días, los niños comienzan a contar historias de fantasmas: Tortugas de agua, serpientes de vértigo, un no sé qué que desaparece. Cientos de manchas horribles se apoderan después de las paredes de las casas. La gente intenta limpiarlas sin remedio. Empieza a tirar habitaciones completas, y a construirlas de nuevo; los planos extraterrestres bosquejan incesantemente en las paredes, un mundo horrible y desconocido. Pronto Teacapán está insomne. Los lugareños se pasean noctámbulos; como necias yedras monstruosas se desparraman las manchas por la paredes del pueblo. En unos cuantos días empieza a morir de insomnio la gente de Teacapán. Ahora el negocio de las funerarias ha desplazado al de las constructoras. A los tres meses ya no queda ningún ser humano. Los planos reptan, se deslizan por la arena del pueblo; se apoderan del espacio como sombras de reptiles de otro mundo.
Texto de Claudia Isabel
Agosto 2009
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